viernes, 26 de julio de 2013

ENTREVISTA: ROGER FEDERER EN DIALOGO ABIERTO CON EL DIARIO MARCA DE ESPAÑA


De actualidad por el revuelo que han despertado sus últimas derrotas, Roger Federer se confiesa en MARCA en la presentación en Gstaad de la Gillette Fusion ProGlide, que tiene en común con el suizo su duración, tanto en el tiempo como en lo más alto de su mercado.

Pregunta. Hace una semana, en Hamburgo, estrenó una Wilson nueva. ¿Por qué el cambio?
Respuesta. Desde 2002 no hacía ninguna modificación en la raqueta. Aunque sí que he estado probando en entrenamientos. Después de perder tan pronto en Wimbledon, me pregunté qué quería hacer, si descansar, entrenar, jugar o probar una nueva raqueta. Apuntándome en Hamburgo y Gstaad, puedo jugar, entrenar, probar la nueva raqueta.

P. ¿Va a jugar con su nueva arma lo que resta de año?
R. Las sensaciones son buenas pero no deja de ser un prototipo. Si cambio no será porque la otra me iba mal.

P. ¿Ha encontrado ya una razón de la derrota en segunda ronda en Wimbledon?
R. A veces es difícil encontrar un motivo. El rival era incómodo, no paraba de subir a la red. Pero venía ya de jugar un mal partido de cuartos de Roland Garros con Tsonga. Perder el otro día en Hamburgo fue distinto porque hacía mucho tiempo que no pasaba en julio de la hierba a la tierra.

P. ¿Se siente muy lejos de volver a conquistar un ‘Grand Slam’?
R. Es evidente que voy a esos torneos sin ser el favorito, algo que antes no pasaba. Sé que Murray, Djokovic y Nadal viajan a Nueva York convencidos de ganar. Yo sé que también puedo hacerlo pero tengo que demostrármelo a mí mismo ganando confianza y eso sólo se consigue ganando partidos. Por eso si me hubiera tomado siete semanas de descanso antes de Montreal hubiese sido un error.

P. ¿Se imagina jugar un torneo sin ser cabeza de serie?
R. Para jugadores como Rafa o yo mismo, ser número 2 o número 5 no nos cambia la vida. Lo que te cambia la vida es ser número 1 y ya lo hemos sido los dos. Estar entre los favoritos es lo de menos, lo importante es creer que estás preparado para ganar. Está claro que estar en el circuito no es suficiente para mí. Necesito éxitos y para eso espero estar físicamente bien. No es agradable jugar lesionado. Rafa podría cantar una canción sobre eso. Si no llegan las victorias será el momento de hacer otra cosa.

P. En el US Open aparecerá casi seguro como quinto del ránking lo que le sitúa en unos teóricos cuartos con un ‘top4’. ¿Le preocupa?
R. Sin problemas. Lo que es realmente significativo es el top 8. Rafa llegó como número 5 a Roland Garros y a Wimbledon. Si juegas bien, juegas bien. Y si estás mal, estás mal. Si quieres ganar el torneo tienes que superar a todos. Por eso no entendí la polémica que rodeó a la clasificación de Nadal antes de París. La diferencia estaba entre ser el cuarto o el quinto.

P. Su rivalidad con Nadal fue considerada la mayor de la primera década del siglo XXI en el deporte ¿La nueva rivalidad del tenis es la que tienen hoy Andy Murray y Novak Djokovic, que han disputado el título de tres de los últimos cuatro ‘majors’?
R.¿Ah sí? Bueno, nunca habrá una rivalidad igual a la nuestra. Ni la de Borg y McEnroe, a pesar de que tenían también personalidades distintas y de que uno era zurdo y el otro diestro. Murray y Djokovic son muy parecidos. Rafa y yo somos dos extremos opuestos en todo y eso es lo que ha atraído tanto a los aficionados para posicionarse en favor de uno de los dos. Nuestra rivalidad no ha acabado. Este año jugamos en Indian Wells, aunque lo siento pero no puedo contar ese partido porque estaba lesionado. En Roma lo intenté pero él estaba muy en forma. Seguro que podemos retomar nuestra rivalidad porque la echo de menos.

P. Desde 2004 no jugaba en julio. ¿Tan importante era recuperar la confianza que dan los triunfos?
R. No sólo es eso. Son dos torneos que me traen muy buenos recuerdos. En Gstaad, debuté como profesional gracias a una invitación y es en Suiza. No quería retirarme sin regresar al sitio donde empecé. En Hamburgo, gané cuatro veces. Era mejor jugar dos torneos en tierra en lugar de uno. Fue una decisión tomada con el corazón. A estas alturas sólo hago lo que sé que me hará disfrutar.

P. ¿Qué año considera el mejor de su carrera?
R. Bueno, en 2005, gané 81 partidos y sólo perdí cuatro. En 2003, sumé mi primer Wimbledon y la Copa Masters. Aunque en 2009, después de muchas finales, conquisté Roland Garros, empatando los 14 Grand Slam de Pete Sampras, y luego le superé un mes más tarde en Wimbledon. Mi mujer estaba embarazada de siete meses, gemelas, y nadie lo sabía. Fue un año muy especial. El martes celebramos el cuarto aniversario de mis hijas.

P. ¿Le sigue motivando su deporte tras ganar tanto?
R. Creo que sin motivaciones uno no puede seguir compitiendo. Mi último objetivo, por ejemplo, era ganar en Wimbledon. Me sentí muy decepcionado conmigo mismo por perder en segunda ronda. El mundo está claro que no se acaba ahí. Pero entré en un proceso en el que me cuestionaba a mí mismo qué pasó. Si no había hecho una buena preparación previa o qué. Wimbledon era claramente el reto a conseguir este año.

P. ¿Por qué la hierba de la catedral del tenis es tan especial para usted?
R. Recuerdo que de pequeño, cuando jugaba a tenis de mesa en la residencia de Lausana, en el momento de ganar las partidas, me repetía mentalmente: ‘Juego, set y partido Federer, campeón de Wimbledon’.

P. ¿Cuántas horas entrena al día?
R. Si estoy en pretemporada, unas cuatro de tenis y una de gimnasio. Durante el año, intento no quemarme y elegir el calendario más adecuado para mi cuerpo. Necesito al menos cinco semanas de parón durante la temporada para parar, recuperar y mejorar. Creo que la clave de no haber tenido lesiones en mi carrera ha sido la prevención. De los 20 a los 24 años, veía que muchos compañeros de circuito jugaban todo el tiempo. Yo me lo tomé con más calma y ahora obtengo resultados.

P. ¿Es de los que le gusta que científicos analicen sus golpes para perfeccionarlos?
R. No mucho, nunca lo he hecho. Mis científicos son mi entrenador, mi preparador físico, mi mujer Mirka, mis padres y mi agente. Atiendo a sus consejos porque ellos son los que forman mi equipo.

P. ¿El tenis es su principal prioridad?
R. Es una de las prioridades más importantes porque sabes que es una época muy corta de tu vida. Con independencia de si estoy con mi familia o estoy de vacaciones, nunca olvido que soy un profesional del tenis.

P. Usted siempre ha tenido un gran servicio, una mejor derecha, una buena volea, al igual que variedad en los cortados. Su punto débil parece ser el revés.
R. Yo tenía dos opciones: potenciar mis cualidades o mejorar mis debilidades. Si hacía lo segundo me convertía en un tenista demasiado previsible. Al final, lo que paga las facturas son mis virtudes. No me veo haciendo lo que hacen algunos de pasar mil bolas con el revés e intentar no fallar para mejorarlo.

P. ¿Me puede decir una de las grandes diferencias entre el tenis y los deportes de equipo?
R. Yo me levanto por la mañana y le digo a mi entrenador lo que quiero practicar en la pista. No me imagino a un futbolista diciéndole a su técnico que sólo quiere rematar a portería y que le haga caso.

P. ¿Cómo prepara los partidos?
R. Para mí es importante que alguien me diga las virtudes y los defectos del contrario por mucho que yo ya haya jugado muchas veces contra él. Alguna vez, miro vídeos, pero, en general, yo soy de la opinión que demasiada información puede confundirte.

P. En su época como júnior y en su primera etapa como profesional se mostraba muy temperamental en pista. Ahora es totalmente al revés. ¿Por qué?
R. Porque de joven me lo reprochaba todo, me enfadaba mucho, y eso me afectaba negativamente. Con la experiencia te das cuenta de que no puedes ganar todos los partidos y que en los cuadros de Grand Slam hay 128 jugadores y sólo gana uno. Doy lo máximo cada día para no tener que reprocharme nada cuando me retire.

P. Desde 2009, en Miami, no lanza una raqueta en pista. ¿No le sale, piensa en la cantidad de gente de la que es usted un ejemplo?
R. (Risas). La semana pasada lancé una pelota fuera del estadio en Hamburgo y me pitaron un amonestación. Lo primero que pienso es que Wilson trabaja mucho en mi raqueta como para romperla. Aunque, como en Miami, cuando vi la imagen repetida, me dije: ‘buen smash’. Después, sé que hay muchos aficionados que toman ejemplo.

P. Hablando de las grandes coronas, usted tiene 17 ‘majors’, el récord, pero choca que se lleven a su casa una copa pequeña en lugar del trofeo de campeón que enseñan en las fotografías.
R. Un día hablando con Tiger Woods me dijo que en el golf pasa lo mismo, que el trofeo es insignificante por la importancia del título. Por eso Tiger pide una reproducción a tamaño real de las copas de los Grand Slam. Y por eso yo pedí lo mismo cuando gané mi primer Roland Garros y el último Wimbledon. Les dije que lo pagaba pero que la copa debía estar a la altura del torneo.

P. ¿Cómo se prepara para una gran final?
R. Antes de cualquier partido, duermo ocho horas, menos significa no haber descansado bien y más, te levantas como si estuvieras en modo pausa. Entreno tres horas antes, como y me vendo los tobillos. Lo divertido es que no estás obligado a calentar con tu rival en la pista aunque todo el mundo lo hace. Puedo llegar un día a jugar la final de Wimbledon y decirle al árbitro: ‘Yo estoy listo’. A ver con quién calienta el otro jugador.

P. Nadal muerde sus trofeos, usted los besa.
R. Sólo beso los más importantes. Es un momento único porque la mayoría de ellos los has visto por televisión. Tengo especial cariño al de Wimbledon, al del número 1 ATP, a la medalla de oro de los Juegos en Pekín, sin olvidar las cuatro veces que me han galardonado con el premio Laureus al deportista del año.

P. ¿Me puede decir qué marcas personales están siempre en su mente?
R. No me gusta hablar mucho de eso. Creo que tengo 24 finales ganadas seguidas, 45 victorias sin fallo en hierba, doble victoria en Wimbledon y US Open, unas cinco veces, 36 cuartos consecutivos de Grand Slam, más de 300 semanas como número 1…

P. Usted juega esta semana en Gstaad, en su tierra, donde es una celebridad. Incluso tiene su propio sello.
R. Hay una historia divertida detrás de eso porque Austria me pidió si podían hacer un sello con mi cara antes que en mi país y les dije que no porque se iban a enfadar los míos. Somos grandes rivales en esquí.

P. ¿Cómo cree que le verán sus hijas con 50 años?
R. Yo me veo como un buen padre. He pasado de cambiarles los pañales a educarlas y estaré siempre a su lado. Para Mirka lo importante es que me hayan visto jugando a mí, sobre todo el año pasado cuando me vieron levantando el título en Wimbledon y tenían las piernas colgando en el banquillo.

P. ¿Y cómo es Federer afeitándose con su Gillette?
R. Soy rápido, se dice que el tiempo es crucial. Eso no quiere decir que me corte. Odio verme con heridas en la cara porque me importa mi imagen. Me tomo mis preparativos antes del afeitado. Diría que me corto dos veces al año.

P. ¿Qué diferencia a los torneos grandes de los pequeños?
R. Los directores de los Open 250 o 500 te dan las gracias efusivamente por venir, aunque Manolo (Santana) en Madrid, que es un Masters 1.000, viene también cada año a recogerme al aeropuerto.

Foto: Marca.com

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